Ronson escribió un libro titulado ‘Adventure with Extremists’  (Picador, 2001, en el que describe cómo durante la Guerra de las  Malvinas, el gobierno británico pidió que se aplicaran sanciones internacionales contra la Argentina, pero se encontró “con una dura oposición. En un encuentro Bilderberg, en Sandefjord, Noruega, David Owen, miembro del Parlamento británico, pronunció un encendido discurso a  favor de las mismas. Ese discurso torció muchas voluntades. Estoy seguro  de que muchos ministros de Asuntos Exteriores volvieron a sus países  para transmitir el mensaje de Owen. Por supuesto, las sanciones  llegaron”. La hermosa historia de la cooperación internacional entre países es  simplemente una falsedad. La realidad es mucho más macabra, con muchos  muertos “desparramados en el camino de los universalistas”.
 La operación argentina  fue diseñada por el Instituto Aspen, de Colorado, que, a su vez, está  controlado por los Rockefeller. Si la caída del sha de Irán tuvo que ver con el comercio de drogas, en la guerra de Malvinas el  asunto tenía que ver con la energía nuclear y el necesario objetivo de  los bilderbergs de
conseguir el crecimiento cero.
El objetivo del Club es desindustrializar al mundo mediante la supresión  del desarrollo científico, empezando por USA. Por eso, no le convienen  los experimentos sobre fusión como posible fuente de energía nuclear.
Como dice otra vez John Coleman, en ‘Committee of 300’, “el desarrollo  de una fuente de energía como la fusión nuclear no interesa, ya que  echaría por la borda el argumento de los ‘recursos naturales limitados’.  Esta fuente de energía, debidamente empleada, podría crear recursos  naturales ilimitados a partir de sustancias ordinarias. El beneficio  para la humanidad rebasa la comprensión del público”.
¿Por qué los seudodefensores del medio ambiente financiados por las  multinacionales odian tanto la energía nuclear? Porque las centrales de  energía nuclearpodrían producir electricidad abundante y barata, “lo  cual es clave para sacar a los países del Tercer Mundo de la pobreza”.
Coleman explica que “los países del Tercer Mundo se independizarían  gradualmente de USA, ya que no necesitarían ayuda externa. Esto les  permitiría afirmar su soberanía”.
Menor ayuda externa significa menor control externo de los recursos  naturales de un país y mayor independencia de su pueblo. La idea de que  los países se manejen por sí mismos simplemente les revuelve el estómago  a todos los miembros del Club y a sus adláteres. Los bilderbergs vieron  que sus planes de crecimiento cero pos industrial se iban a pique y decidieron “dar una lección ejemplar a la Argentina  y a los demás países latinoamericanos. Debían olvidarse de cualquier  idea de nacionalismo, independencia e integridad soberana”. La elección de la Argentina no fue casual. Se trata del país más rico de Sudamérica y proporcionaba tecnología nuclear a México, lo cual disgustaba a los miembros del Club. La guerra de las Malvinas acabó con esa colaboración.  Sin duda, es mucho mejor tener a México como fuente de mano de obra  barata que como un interlocutor comercial al mismo nivel. Debido al constante bombardeo de propaganda negativa, pocos  estadounidenses se dan cuenta de que Latinoamérica es un mercado  potencial muy importante para USA. Allí pueden vender de todo, desde  tecnología a bienes industriales pesados. Como John Coleman afirma,  indignado, “actividades que dan trabajo a miles de estadounidenses y que  inyectan dólares a todo tipo de empresas”.
Bilderberg y la guerra de Malvinas (Daniel Estulin)
    
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