En las etapas comunicacionales, acentuar un modelo desde acentuarlo en la mirada de la gente es una operación publicitaria donde se emulan y equiparan figuraciones históricas.
Ahora dicen que la patria socialista la traerán los intendentes del conurbano y el macroso de la capital, también que margarita y binner innaugurarán las cárceles socialistas. Intento ayudar a JC a joderme la vida.
Venga y colabore y de no tener dinero para su canal comunitario o barrial, vea como se multiplican más voces, las de don billete por ejémplo.
Algunas personas, como estandarte ético de la patria, cuando juegan con la mente de otro son dedicados, a ellos les han conferido la libertad de extorsión. ¡Mama mía!
En el rebuznante mundo de todo es posible se hace necesario que una persona que no respeta una sola de las leyes laborales, a la cual se llama negrera y esclavista y es un secreto a voces barrial, se queje de cuantos ingresos peribe o no cualquier ersona que haya tenido o mantenido relación con su explotada. Así es cómo. Se va nutriendo la patria.
Y estamos jodidos, nos han jodido. Tenemos que admitirlo.
Bueno querido fer, aunque yo sé que el gobierno nacional tiene impedimentos técnicos profundos para administrar justicia, limitado por una oposición horrorosa y por el exhorbitante poder que tengo yo que cuido de dos ancianos en sus diez de última, considero que si alguien me ha atacado es la oposición horripilante a la cual nadieeeeeeeeeeeee incitó, creo que soy creador de todos mis conflictos yo solo, por mi vocación suicida irrevocable. Y debido a la honestidad de cada uno de los participantes de esto, de su claridad argumental y de sus valores democraticos profundos. Sin perseguir interes alguno personal, todos estos denodados esfuerzos por la libertad conmueven. Y mientras vos y yo seas o no kirchnerista, hablamos de bueyes perdidos, siento que se ha sido un poquito jodidos. Por eso, páginas brillantes de literatura occidental como guardá el orto en curucuzú, llegan al mundo de la parodia representando los intereses de los medios canallas pero no como opción de sumarse a Clarinete sino como burla palaciega de ellos. En mi intento de emular las ridículas situaciones desde aquí, el fin del mundo a la quiaca y el resto del planeta, ha informado para todos desde agencia Telametendentro, su servido no pago pero obsecuente a que si no puedo defender mi legítimo derecho, espero ser útil sumándome en esta cruzada justa y honesta contra mí mismo.
La nota alusiva en cuestión me agrada y en lo de la soledad y no encuadre es y resulta equivalente.
La reproduzco para que se sumen juicios. Debe ser que en vez de describir mi soledad, tenemos personajes que hacen de cuenta que existe la suya? No lo sé.
La Triple A
27 de diciembre de 2011* Un par de semanas antes, creo que fue el sábado 13, llegué ala librería Signos en la calle Córdoba 1417, enfrente de la Bolsa de Comercio, al mediodía. Había ido a comprar algunos regalos de navidad. Me recibió mi socio, el poeta Hugo Diz, y me dijo que tenía dos noticias para darme, una buena y una mala. He contado más de una vez que de la buena no pude acordarme nunca más. La mala era una amenaza de muerte de Las Tres A, o Triple A, o Alianza Anticomunista Argentina (AAA). Un sobre blanco, una hoja blanca, unas pocas líneas: debía dejar de vender inmediatamente “literatura marxista” en mi librería y no sé qué más. El final me dejó una marca indeleble: “Le va en ello la vida y la infraestructura del local. Por Dios y por la Patria”. Firmado: AAA.
* En los días siguientes hice consultas con abogados rosarinos de relieve, los democráta-progresistas Rafael Martínez Raymonda y Alberto Natale entre otros. Los dos, y otros, me dijeron lo mismo: podía presentar un recurso de amparo y me pondrían custodia policial, la misma custodia -me dijeron- que estaría tomando un café cuando me fueran a buscar o a poner una bomba en la librería. Que se trataba de una campaña de terror, me dijeron, y que probablemente las cosas no pasarían a mayores, pero que si había que dar un escarmiento yo y mi librería (especializada en literatura, psicoanálisis y ciencias sociales) estaríamos en los primeros lugares. Por eso, me dijeron, era mejor que no durmiera en mi casa durante las próximas semanas y que sacara de la vista, en la librería, el “material de izquierda”.
* Mis amigos en las organizaciones revolucionarias, Montoneros y ERP, fueron más claros: yo no estaba encuadrado (yo no militaba) y no podían hacer nada. Lo mejor era, casi seguro, que me fuera del país por un tiempo, hasta que aclarara… Entonces recuerdo que era raro caminar por las calles de una ciudad que tenía la sede de la Triple A en el centro, que veía pasar los Falcon con brazos en las ventanillas empuñando Itakas y que convivía con interminables operativos rastrillo del ejército, una ciudad ocupada pero que no quería pensar que el golpe de Videla y sus adláteres estaba a la vuelta de la esquina. Era raro haber limpiado la librería y ver entrar todos los días a un indisimulado policía de civil que pedía “El manifiesto comunista” porque un compañero lo había comprado ahí la semana anterior, y era raro verlo dirigirse a la estantería donde, efectivamente, había estado hasta la semana anteriorla Pequeña Biblioteca Marxista Leninista de la editorial Anteo…
* Dormí la primera semana en la casa de Tini Tinivella, novia del Negro Fontanarrosa, y en esos días decidí irme a Barcelona. Mi mujer se quedaría un par de meses más para despedirse de su trabajo en Aerolíneas, dejar en orden nuestro departamento y hacer todo con un poco más de calma. La segunda semana me trasladé a la casa de Sasha Stilmann. Me costaba cada vez más ir a buscar ropa o lo que necesitaba a mi casa, incluso en pleno día y acompañado. Entré, creo, en pánico, y vivía esperando el momento en que el avión levantara vuelo. Conseguí un pasaje para el día de los Inocentes.
* Así que llegué a Barcelona el lunes 29 de diciembre de 1975 después de bajar primero en Madrid y enlazar con el Puente Aéreo. Estaba nublado, hacía mucho frío y me parece que había aguanieve en el aire. No parecía un día laborable. Y era raro entrar en la habitación que me habían prestado en un apartotel, sentarse en la cama y dejar pasar el tiempo hasta que llegara la hora de ir a comer milanesas con papas fritas a la casa de una pareja de amigos. Era raro que entonces se cortara la luz, quedar a oscuras en esa habitación desconocida, bajar por eso a la recepción, tomar un café en el bar que había en la recepción y después salir a caminar hasta que volviese la luz. Era raro bajar por Vallcarca y llegar, apenas aterrizado en Barcelona, a la avenida de la República Argentina.
fuente agencia telam.
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