1.—La divergencia
El movimiento alemán de liberación anterior a Hitler se basaba en la teoría
económica y social de Carlos Marx. Para alcanzar la comprensión del fascismo alemán hay
que partir, por lo tanto, del conocimiento del marxismo. Durante los meses que siguieron a
la toma del poder por parte del nacionalsocialismo alemán, era posible percibir que incluso a
aquellos que a lo largo de años habían dado prueba de firmeza revolucionaria y de espíritu
de sacrificio en favor de la libertad, les asaltaba la duda en cuanto a la justeza de la
concepción fundamental del marxismo en materia de evolución social. Esta duda se basaba en
un hecho que, si bien a primera vista era incomprensible, resultaba irrefutable: el fascismo,
que por sus objetivos y su esencia se presentaba como la expresión más extrema de la
reacción política y económica, se había convertido en un fenómeno internacional y en
muchos países hacía retroceder,, de modo manifiesto e innegable, a los movimientos
socialistas revolucionarios. El hecho de que arraigara con más vigor en los países muy
industrializados no hacía más que agravar el problema. Al fortalecimiento del nacionalismo
internacional correspondía el fracaso del movimiento obrero en una fase de la historia
moderna que, si se cree a los marxistas, "estaba económicamente madura para producir la
dislocación del modo de producción capitalista". A ello se añadía el recuerdo persistente de
la incapacidad de la Internacional obrera al comienzo de la Primera Guerra Mundial y el
estrangulamiento de los movimientos revolucionarios de 1918 a 1923 fuera de Rusia. Todas
estas dudas se basaban en acontecimientos de una gravedad especial; si resultaban justificadas,
si la tesis fundamental de Marx era inexacta, se hacía necesaria una reorientación
tajante del movimiento obrero que le permitiera alcanzar su fin; si, por el contrario, las
dudas no estaban justificadas, si la tesis sociológica fundamental de Marx era exacta, se
hacía imprescindible un análisis profundo y detallado de las causas del fracaso crónico del
movimiento obrero; era también necesario explicar la génesis de un movimiento de masas de
género nuevo, el fascismo. Solamente de este modo podía volverse a impulsar la actividad
revolucionaria.
La situación carecía de salida al no poder resolverse en ninguno de los dos sentidos,
puesto que era evidente que el recurso a la "conciencia revolucionaria de la clase obrera",
el método grato a Emile Coué consistente en cubrir con un velo las derrotas y en embellecer
los hechos desagradables recurriendo a las ilusiones, no podía conducir al éxito. Ya no era
bastante tampoco con afirmar que el movimiento obrero "estaba en marcha", que luchaba
aquí y allá, que organizaba huelgas, que lo que importa no es avanzar, sino no perder
terreno con respecto al avance y al fortalecimiento de la reacción política.
El interés que a la solución de estos problemas aporta el joven movimiento democrático
de la economía sexual es doble: por un lado, el movimiento se reconoce parte integrante
de la lucha de liberación social en general; de otro, es consciente del hecho de que la
realización de sus objetivos se halla indisolublemente ligada a la realización de los objetivos
de la democracia natural del trabajo. Nosotros intentaremos por lo tanto partir del movimiento
obrero para explicar dónde se dan las convergencias entre los problemas que
específicamente se relacionan con la economía sexual y aquellos que, de un modo más
general, se refieren a la sociología.
Hacia los años de 1930 era frecuente en Alemania escuchar a revolucionarios honestos e
inteligentes, aunque imbuidos de una mentalidad nacionalista y metafísica, del género
de Otto Strasser, que en ciertas reuniones les hacían el reproche siguiente a los
marxistas: "Vosotros marxistas os declaráis normalmente partidarios de la doctrina de
Carlos Marx. Marx enseñaba que la teoría encuentra su confirmación en la práctica. Y,
sin embargo, todo lo que sabéis hacer es justificar las derrotas de la Internacional Obrera.
Vuestro marxismo ha fracasado. La derrota de 1914 la explicáis por la «deserción de la
social democracia», la de 1918 por su «política de traiciones» y sus ilusiones. Ahora esgrimís
otros argumentos que justifican la tendencia de las masas hacia la derecha más bien que
hacia la izquierda durante la gran crisis económica. ¡Todas vuestras explicaciones son
incapaces de eliminar las derrotas! ¿Dónde están los hechos que desde hace ochenta años
confirman la doctrina de la revolución social en el plan de la práctica? Vuestro error fundamental
reside en negar el alma y el espíritu, en burlaros de ellos, sin comprender que
son los que lo animan todo." Es éste un tipo de argumentación al cual no sabían qué
responder los oradores marxistas. Cada vez era más evidente que su propaganda política
de masas, que se limitaba a la discusión de los procesos socioeconómicos objetivos (modo de
producción capitalista, anarquía económica, etc.) no alcanzaba más que a la pequeña
minoría de gente indisolublemente ligada a la realización de los objetivos de la democracia
natural del trabajo. Nosotros intentaremos por lo tanto partir del movimiento obrero para
explicar dónde se dan las convergencias entre los problemas que específicamente se
relacionan con la economía sexual y aquellos que, de un modo más general, se refieren a la
sociología.
Hacia los años de 1930 era frecuente en Alemania escuchar a revolucionarios honestos e
inteligentes, aunque imbuidos de una mentalidad nacionalista y metafísica, del género
de Otto Strasser, que en ciertas reuniones les hacían el reproche siguiente a los
marxistas: "Vosotros marxistas os declaráis normalmente partidarios de la doctrina de
Carlos Marx. Marx enseñaba que la teoría encuentra su confirmación en la práctica. Y, sin
embargo, todo lo que sabéis hacer es justificar las derrotas de la Internacional Obrera.
Vuestro marxismo ha fracasado. La derrota de 1914 la explicáis por la «deserción de la social
democracia», la de 1918 por su «política de traiciones» y sus ilusiones. Ahora esgrimís otros
argumentos que justifican la tendencia de las masas hacia la derecha más bien que hacia la
izquierda durante la gran crisis económica. ¡Todas vuestras explicaciones son incapaces de
eliminar las derrotas! ¿Dónde están los hechos que desde hace ochenta años confirman la
doctrina de la revolución social en el plan de la práctica? Vuestro error fundamental reside en
negar el alma y el espíritu, en burlaros de ellos, sin comprender que son los que lo
animan todo." Es éste un tipo de argumentación al cual no sabían qué responder los
oradores marxistas. Cada vez era más evidente que su propaganda política de masas, que
se limitaba a la discusión de los procesos socioeconómicos objetivos (modo de producción
capitalista, anarquía económica, etc.) no alcanzaba más que a la pequeña minoría de gente
ya ganada para la causa de la izquierda. No era suficiente con denunciar la miseria material,
el hambre, porque esto era lo que hacían todos los partidos políticos, incluso la Iglesia. De
este modo, en los momentos en que la miseria y la crisis eran más agudas, se asistía a la
victoria de la mística nacionalsocialista sobre la doctrina económica del socialismo. Se
imponía la conclusión de que la propaganda y la concepción de conjunto del socialismo
entrañaban serias lagunas que explicaban sus "errores políticos". El defecto estribaba en la
imposibilidad marxista de captar la realidad política, defecto que el materialismo dialéctico
hubiera permitido eliminar, si hubiera hecho uso de sus posibilidades digamos, para anticipar
un poco, que la política marxista no había tenido en cuenta en su práctica política la
estructura caracterológica de las masas y los efectos sociales del misticismo.
Quien haya seguido y experimentado prácticamente la teoría y la práctica del marxismo
entre 1917 y 1933 ha tenido que darse cuenta necesariamente de que aquélla estaba
limitada al estricto campo de los procesos objetivos de la economía y de la política del
Estado en sentido lato, que no observaba con atención ni captaba los llamados "factores
subjetivos" de la historia, la ideología de masas en su evolución y en sus
contradicciones. De lo que sobre todo se olvidaban era de aplicar con perseverancia su
método del materialismo dialéctico, de mantenerlo vivo, de examinar a su luz cada
fenómeno nuevo. Nadie se preocupaba de la aplicación del materialismo dialéctico a los
fenómenos históricos nuevos: el fascismo era un fenómeno que Marx y Engels
ignoraban y del que Lenin sólo había percibido las primeras manifestaciones. La
concepción reaccionaria de la realidad no se deja entorpecer por las contradicciones
ni por los hechos reales; la política reaccionaria se sirve automáticamente de todas las
fuerzas sociales que se oponen a la evolución y podrá seguir utilizándolas con éxito
mientras la ciencia no haya descubierto todos las fuerzas revolucionarias que, opuestas a las
reaccionarias, tienen que acabar con ellas necesariamente. Como más adelante expondremos,
la base de masas del fascismo, la pequeña burguesía sublevada, no solamente había
movilizado a las fuerzas regresivas, sino también a las resueltamente progresistas; nadie
se había dado cuenta de esta contradicción. El papel de la pequeña burguesía había pasado
poco menos que inadvertido casi hasta la toma del poder por Hitler.
La práctica revolucionaria se desarrolla espontáneamente en todos los campos de la
existencia humana, a condición de que sea consciente de las contradicciones que todo nuevo
proceso contiene y de que se identifique siempre con la causa de las fuerzas "progresistas",
dispuestas a avanzar. Ser radical quiere decir, según la definición del mismo Marx, "tomar las
cosas por la raíz". La victoria sobre el elemento reaccionario está asegurada si se toman
las cosas por la raíz, si se es consciente de su proceso contradictorio. Si se procede de otra
manera, se aboca ineluctablemente a las posiciones mecanicistas, economicistas y metafísicas;
dicho de otro modo, al desastre. De aquí se deduce que la crítica carece de sentido y de
alcance práctico, si no consigue mostrar hasta qué punto preciso se han ignorado las contradicciones
de la realidad social. Marx no realizó un acto revolucionario al lanzar el Manifiesto
o al indicar los objetivos revolucionarios, sino al reconocer en el proletariado industrial la
fuerza progresista de la sociedad y al esbozar un cuadro verídico de las contradicciones de la
economía capitalista. El fracaso del movimiento obrero significa que nuestro conocimiento de
las fuerzas que retardan el progreso social es muy limitado; en efecto, algunos puntos
importantes son aún completamente desconocidos.
busca el resto en la red, y canta: facho facho men, is only you can do it you facho men...
También podés corear: facho facho facho porque sos tan facho cómo sos tan facho que no podes parar? paravan para van, para van para barabaravan...
MIENTRAS USTED VE ESTE TEXTO PUEDEN ESTARSE PREPARANDO CITACIONES MÚLTIPLES A LOS VERDADEROS Y A CADA UNO DE LOS REESPONSABLES ¿O ME EQUIVOCO?YA LO SABREMOS DOLCE VIQUE, YA LO SABREMOS.
TENGA CUIDADOS DE LAS CLASES CONSERVADORAS, SUELEN CONSERVAR EL INSTINTO DE MATAR DE GUANTE BLANCO. PERO NO CREA QUE POR LAS RAYAS PINTADAS CUALQUIER CABALLO ES CEBRA, LA CEBRA SE SABE ES UNA YEGUA RALLADA.
Cuando emigra a Estados Unidos, en 1941, Reich es perseguido por el FBI y seguido minuciosamente por J. Edgar Hoover, director de este organismo. Podemos leer en los informes a que se tiene acceso de acuerdo con el Freedom of Information Act correspondientes a estas fechas, que se sospechaba de su “trayectoria comunista” y de su “influencia entre las mujeres doctoras”.
-Reich enfatiza la sexualidad genital. Hay en sus escritos, según Dahmer una “fetichización de la sexualidad genital”. Llega a plantear, en su karacteranalyse desarrollado a principios de los años veinte, 10 que el “carácter genital” es el tipo ideal de la persona sana, con su sexualidad activa y su creatividad. Esto es clave también para la propuesta sexual-política que planteara Reich y para su crítica al fascismo.
MUCHAS CRÍTICAS SE HACE SOBRE LA POSICIÓN DE REICH SOBRE LA PULSIÓN DE MUERTE QUE RECHAZA POR CONSIDERARLA DEMASIADO METAFÍSICA SEGU ALGUNOS, Y MUCHOS FREUDIANOS LE CAEN A REICH CON UN HACHA COMO SI HUBIESE ÚNICA INTERPRETACIÓN.
EL INSTITUTO REICH, PUBLICA NO OBSTANTE:
“...estoy convencido de que la sexualidad es el centro alrededor del que gira tanto la vida
social como la vida interior del individuo.”
La Función del Orgasmo – Wilhelm Reich
Con esta frase, Reich manifiesta que asume el concepto de sexualidad que
introdujo Freud en sus contribuciones sobre la sexualidad infantil, concepto
substancialmente distinto de los predominantes y mucho mas amplio, porque no se
reduce a la reproducción ni a la activación de los órganos genitales, sino que implica a la
persona en su totalidad, en su forma de expresarse y de relacionarse con el exterior y
consigo misma.
Posteriormente Reich amplía aún más el concepto freudiano, ahondando en
aspectos sociales y corporales, en las funciones energéticas, vitales. La concepción
reichiana relaciona la sexualidad con la evolución personal y con la salud psíquica,
corporal y social. La sexualidad es relación, encrucijada en que se encuentran estas tres
dimensiones básicas de lo humano. Una vida sexual satisfactoria constituye un requisito
de salud, en cuanto posibilita la expresión vital a partir del movimiento pulsátil de
expansión-contracción y del contacto e intercambio energético. La libido de la primera
teoría pulsional de Freud se conceptualiza en el pensamiento reichiano como energía
orgónica, energía vital universal. Reich integra el saber oriental milenario sobre la
sexualidad con el saber occidental actual. Desde esta elaboración formula poderosas
hipótesis e inicia vías de investigación a partir de ellas. Los interrogantes que suscita
siguen vigentes en la actualidad.
Para Reich la salud física y psíquica dependen de la potencia orgástica, definida
esta como la capacidad de entrega en el clímax de excitación sexual. La meta de la
energía vital vegetativa es la búsqueda del placer. La enfermedad sería pues el resultado
de las perturbaciones aparecidas en la capacidad natural de amar. Basándose en los
postulados de Freud sobre la economía sexual, Reich concluye que la inhibición de la
función sexual conduce a un estasis de la energía sexual. El organismo que debería ser
móvil y dinámico se convierte en algo disfuncional y estático. La condición estática de la
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energía es lo que conocemos como “angustia”. La antítesis de la vida vegetativa se da
entre los opuestos sexualidad y angustia.
La Vegetoterapia Caracteroanalítica, desarrollada por Reich, busca restablecer la
movilidad biopsíquica, la capacidad de abandonarse al reflejo del orgasmo, a la vibración,
por medio de la flexibilización de las rigideces de la coraza caracterial y muscular,
organización defensiva psico-corporal. Todo ello se lleva a cabo a través de una
propuesta de trabajo psicoterapéutico que combina aspectos analíticos y corporales,
individuales y grupales. El Sistema Nervioso Vegetativo es la estructura fisiológica a la
que hace referencia el trabajo en la Vegetoterapia Caracteroanalítica, como punto de
unión de lo psíquico y lo físico en el animal humano, y como sistema responsable de la
regulación del fenómeno expansión-contracción, expresión de la potencialidad vital del
sujeto. La expresión emocional, vinculada con el Sistema Nervioso Vegetativo, es psicocorporal.
Desde una perspectiva reichiana la unidad de naturaleza y cultura, de trabajo y
amor, son un imposible mientras el animal humano no se permita a si mismo la
gratificación sexual orgástica. La pérdida de esta capacidad sucede a lo largo de la vida,
determinada por los condicionantes biológicos, psicológicos y sociales, que van
conformando la historia personal, de modo más determinante durante las primeras
etapas. Será precisamente el restablecimiento de esta capacidad de gratificación sexual
orgástica lo que Reich identificará como sinónimo de salud, y lo que constituye el objetivo
del trabajo psicoterapéutico de orientación reichiana.
“...Omne animal post coitum triste (Todos los animales se muestran tristes después
del acto sexual). El hombre cometió el error de atribuir su propia decepción también al
animal.”
Análisis del Carácter – Wilhelm Reich
Para Reich es el humano el animal que aparece decepcionado después del acto
sexual. Encontramos esa decepción en las formas socialmente admitidas de vivir la
sexualidad, que conllevan un empobrecimiento en la vida sexual de la mayoría de los
habitantes de occidente. En “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” (1908),
Freud ya advirtió hace más de 100 años que la salud y la energía vital individuales
pueden sufrir daños por los sacrificios impuestos por esa moral, poniendo en peligro su fin
social. La solución de Freud es la sublimación, la adaptación al orden social. La
propuesta de Reich será el acceso a la satisfacción sexual y la transformación de la
sociedad hacia formas más humanas. Sublimación de la sexualidad pregenital al servicio
de la civilización humana, pero satisfacción de la sexualidad genital como requisito
indispensable para la salud psíquica, corporal y relacional.
La sexualidad hoy ha saltado masivamente al espacio público. Donde antes había
prohibiciones y tabúes, ahora encontramos la puesta en escena del deseo, del erotismo,
de una exuberante variedad de prácticas sexuales con sus estéticas correspondientes.
Domina aquí el simulacro, la representación social. Esta sexualidad que aparece en el
espacio público se convierte en modelo, en referente social, con su función educativa y
deseducativa. Se muestra la sexualidad y se habla de ella, pero muy a menudo
banalizada como algo a adquirir y consumir, y otras veces desde modelos inalcanzables.
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