En mi pueblo sin distinción tengo mala reputacion... Una batalla contracultural a brazo partido contra prejuicios y colonizaciones culturales hegemónicas
Bilderberg y la guerra de Malvinas (Daniel Estulin)
Ronson escribió un libro titulado ‘Adventure with Extremists’ (Picador, 2001, en el que describe cómo durante la Guerra de las Malvinas, el gobierno británico pidió que se aplicaran sanciones internacionales contra la Argentina, pero se encontró “con una dura oposición. En un encuentro Bilderberg, en Sandefjord, Noruega, David Owen, miembro del Parlamento británico, pronunció un encendido discurso a favor de las mismas. Ese discurso torció muchas voluntades. Estoy seguro de que muchos ministros de Asuntos Exteriores volvieron a sus países para transmitir el mensaje de Owen. Por supuesto, las sanciones llegaron”. La hermosa historia de la cooperación internacional entre países es simplemente una falsedad. La realidad es mucho más macabra, con muchos muertos “desparramados en el camino de los universalistas”.
La operación argentina fue diseñada por el Instituto Aspen, de Colorado, que, a su vez, está controlado por los Rockefeller. Si la caída del sha de Irán tuvo que ver con el comercio de drogas, en la guerra de Malvinas el asunto tenía que ver con la energía nuclear y el necesario objetivo de los bilderbergs de
conseguir el crecimiento cero.
El objetivo del Club es desindustrializar al mundo mediante la supresión del desarrollo científico, empezando por USA. Por eso, no le convienen los experimentos sobre fusión como posible fuente de energía nuclear.
Como dice otra vez John Coleman, en ‘Committee of 300’, “el desarrollo de una fuente de energía como la fusión nuclear no interesa, ya que echaría por la borda el argumento de los ‘recursos naturales limitados’. Esta fuente de energía, debidamente empleada, podría crear recursos naturales ilimitados a partir de sustancias ordinarias. El beneficio para la humanidad rebasa la comprensión del público”.
¿Por qué los seudodefensores del medio ambiente financiados por las multinacionales odian tanto la energía nuclear? Porque las centrales de energía nuclearpodrían producir electricidad abundante y barata, “lo cual es clave para sacar a los países del Tercer Mundo de la pobreza”.
Coleman explica que “los países del Tercer Mundo se independizarían gradualmente de USA, ya que no necesitarían ayuda externa. Esto les permitiría afirmar su soberanía”.
Menor ayuda externa significa menor control externo de los recursos naturales de un país y mayor independencia de su pueblo. La idea de que los países se manejen por sí mismos simplemente les revuelve el estómago a todos los miembros del Club y a sus adláteres. Los bilderbergs vieron que sus planes de crecimiento cero pos industrial se iban a pique y decidieron “dar una lección ejemplar a la Argentina y a los demás países latinoamericanos. Debían olvidarse de cualquier idea de nacionalismo, independencia e integridad soberana”. La elección de la Argentina no fue casual. Se trata del país más rico de Sudamérica y proporcionaba tecnología nuclear a México, lo cual disgustaba a los miembros del Club. La guerra de las Malvinas acabó con esa colaboración. Sin duda, es mucho mejor tener a México como fuente de mano de obra barata que como un interlocutor comercial al mismo nivel. Debido al constante bombardeo de propaganda negativa, pocos estadounidenses se dan cuenta de que Latinoamérica es un mercado potencial muy importante para USA. Allí pueden vender de todo, desde tecnología a bienes industriales pesados. Como John Coleman afirma, indignado, “actividades que dan trabajo a miles de estadounidenses y que inyectan dólares a todo tipo de empresas”.
Bilderberg y la guerra de Malvinas (Daniel Estulin)
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El derecho a la libre expresión es uno de los más fundamentales, ya que es esencial a la lucha para el respeto y promoción de todos los derechos humanos. Sin la habilidad de opinar librememte, de denunciar injusticias y clamar cambios - el hombre está condenado a la opresión.
Por estas mismas razones, el derecho a la libre expresión es uno de los más amenazados, tanto por gobiernos represores que quieren impedir cambios, como por personas individuales que quieren imponer su ideología o valores personales, callando los otros.
La lucha por la libertad de expresión nos corresponde a todos, ya que es la lucha por la libertad de expresar nuestro propio individualismo. Respetar la libertad de los demás a decir cualquier cosa, por más ofensiva que la consideremos, es respetar nuestra propia libertad de palabra.
Derechos Human Rights está comprometido con la lucha por la libertad de expresión definida en los términos más amplios. Esta página está concevida como un lugar donde encontrar información básica sobre que significa la libertad de expresión. Recién se inicia, así que apreciamos su colaboración con información, artículos y enlaces que agregar.
Libertad de Expresión en la Legislación Internacional y Comparada
- Derecho a la Libre Expresión en los Tratados Internacionales
- Comparación del Derecho a la Libre Expresión en las Constituciones Americanas
Jurisprudencia Internacional sobre la Libertad de Expresión
- Fallo sobre la Ultima Tentación de Cristo
Feb. 2001 - La Colegiación Obligatoria de Periodistas
(Arts. 13 y 29 Convención Americana Sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva del 13 de noviembre de 1985
Dicidiendo "que la colegiación obligatoria de periodistas, en cuanto impida el acceso de cualquier persona al uso pleno de los medios de comunicación social como vehículo para expresarse o para transmitir información, es incompatible con el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos." - Exigibilidad del Derecho de Rectificación o Respuesta
(Arts. 14.1, 1.1 y 2 Convención Americana Sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva del 29 de agosto de 1986Comisión Interamericana de Derechos Humanos
- Informe sobre la Comptabilidad entre las Leyes de Desacato y la Convención Americana sobre Derechos Humanos
- Verbitsky v. Argentina
Solución Amistosa, 1995 - en la cual Argentina concordó quitar la ley de desacato. - Martorell v. Chile
- 1996 - Caso en que las cortes chilenas prohibieron la distribución de un libro en Chile por considerarlo violatorio del derecho a la privacidad de un sujeto del libro. La Comisión también declara que la prohibición contra la censura previa es absoluta (salvo la excepción permitida en la Convención sobre espectáculos para menores), y que Chile violó el derecho de libre expresión del peticionario al prohibir la distribución del libro.
Corte Interamericana de Derechos Humanos
Doctrina
- La censura previa en la Convención Americana sobre Derechos Humanos: El caso Martorell
Ariel Dulitzky, CEJIL
Cuerpos de Protección a la Libertad de Expresión
- Relator Especial sobre la Libertad de Expresión
- Comentario del Comité de DDHH de la ONU sobre la libertad de expresión
Página en inglés.
Página en inglés.
El Derecho a la Réplica
El derecho a la libre expresión, y más especificamente la liberta de prensa, están de vez en cuando en pugna con otros derechos. Este es el caso con el derecho a la réplica. Una parte fundamental del derecho a la libre expresión es el derecho a no ser obligado a expresar algo contrario a la propia conciencia. Por lo tanto, el derecho a la replica - el derecho a contestar atraves del mismo medio acusaciones ofensivas - es una limitación clara del derecho a no decir lo que uno no quiere. El derecho a la réplica es parte de la Convención Americana por los Derechos Humanos, pero va en contra de el derecho constitucional a la libertad de expresión en varios países.
ONGs que trabajan por la Libertad de Expresión
- Derechos HR
- Intercambio Internacional para la Libertad de Expresión
- Sociedad Interamericana de Prensa
- Fronteras Electrónicas España
ONGs con páginas en inglés.
- Campaña Global por la Libertad en la Internet
- Article 19
- Canadian Committee to Protect Journalists
- Committee to Protect Journalists - Great database.
- Index on Censorship
- International Federation of Journalists
- PEN
- Reporters sans frontières
Derechos Human Rights trabaja para promover el respeto a los derechos humanos y el derecho humanitario internacional. Derechos es miembro de la Campaña Global por la Libertad en la Internet.
desde lejos no se ve, no juzges desde lejos.
jueves, 9 de febrero de 2012
A buen entendedor huelgan las palabras (el los puntos de contradicción se mueve una patria grande de coincidencias y desacuerdos)
“Revisar la historia es tarea ingrata, pero hondamente argentina: es buscar la verdad, y
valorar esa verdad con criterio patriótico: de esa tarea saldrá la Argentina de mañana, libre de
tutelas extranjeras, y con argentinos llenos de fe en su patria. A nada llegaremos mientras
nuestra historia nos oculte la realidad de nuestro actual colonialismo, y nos presente como
ejemplos próceres justamente a quienes lo fomentaron, a quienes no creyeron en su patria, y
tuvieron por única finalidad de su política la enajenación de nuestro patrimonio territorial,
espiritual y económico, a título de fomentar la civilización y acabar con la barbarie. La historia
es la conciencia de la patria, se ha dicho. Y es una verdad indudable que nosotros no sabremos
qué es nuestra patria mientras se mantenga la tergiversación del pasado argentino.”
José María Rosa, Marzo de 1943
“El pensamiento latinoamericano no puede sino ser revolucionario. En cuanto deja de serlo se
niega a si mismo, porque admite como inmutable la situación que nos oprime.”
Jhon William Cooke, Febrero de 1960
...una de las figuras más importantes del peronismo y de la historia argentina del siglo XX: John William Cooke. Para ello nos recrea las vicisitudes de una militancia permanente, que lo condujo a
conocer diversas cárceles del país, a sufrir simulacros de fusilamiento, a tirotearse con
los marinos sublevados en junio de 1955, así como a diversos exilios, pero además
rescata al brillante ensayista teórico que ha dejado agudas y profundas reflexiones sobre
la época que le tocó vivir...
En su momento, como dejando perfectamente en claro la manipulación de partes, fue el blog Argentinomias quien puso al Ingeniero Emery contra mi John William Cooke, demostrando que asumiéndose inicialmente como kirchneristas y como contacto de banya08 Argentinomias se autootorgaba el rol de contacto de los San Jose. Hoy lo olvidan como han olvidado la elección de los nombres y cuanto publicaban y como han olvidado demasiadas cosas porque ellos ganaban así, ilícitamente. Fastidiando y jugando sucio.
NO SE ESCRIBIA GUY FAWKES Y SE PRONUNCIABA GAY FUcK'S?
1. RAIMUNDO
Había que arreglar esa empaquetadora para que la fábrica Conen pudiera seguir empaquetando sus jabones,
las farmacias los vendieran, el grupo Tornquist siguiera cobrando sus dividendos y Raimundo Villaflor comiera
el puchero que comió ese mediodía del 13 de mayo de 1966.
Conocía ese férreo círculo de las cosas: lo había elegido. O tal vez lo eligió su padre, Aníbal Clemente
Villaflor, que el 17 de octubre de 1945 contribuyó a poner en Plaza de Mayo los gremios más poderosos de
Avellaneda. Y dos años después fue comisionado.
Es probable que para Raimundo Villaflor la primera opción se haya presentado en el
colegio industrial. Dejó en quinto año, cuando le faltaban dos para recibirse de técnico.
Tal vez no quería ser técnico, como el padre, a su tiempo, no quiso ser intendente. Pero
no, dice, fue de haragán. Porque en esa época nos daban todo gratis: libros, uniforme,
dinero para el viaje.
A los catorce años entró de aprendiz en Corrado, a los dieciséis pasó a Baseler
Limitada. Allí se fabricaban vagones y puentes-grúa. Era oficial ajustador cuando cayó
Perón y los interventores militares nombraron de oficio los cuerpos de delegados. En
Baseler el delegado general fue Raimundo Villaflor: tenía veintiún años.
Como era tan pibe y tenía antigüedad, pensaron que no me iba a meter en nada.
Entonces les “organicé” el taller y les hice una huelga.
En la casa de la calle Pasteur al 600, este viernes 13, Raimundo Villaflor terminó de
almorzar. Tenía once años más, su mujer Alicia lavaba los platos, su hija Chela estaba en
el colegio.
Echó un vistazo al diario. Parece que ese día no hubiera cambiado el de hoy: 300
ataques aéreos a Vietnam, aumentos en las tarifas telefónicas, huelgas en Tucumán, la
construcción del Chocón. El presidente (Illia) viajaba a Chubut: el futuro presidente
(Onganía) iba a cazar a Entre Ríos. El dólar bordeó los 190 pesos, la temperatura media
los 15 grados.
-¿Sabe usted cuántos generales hay en el ejército argentino? -preguntaba en
Washington el senador Fulbright, presidente de la comisión de relaciones exteriores del
senado.
-No, señor -respondía el secretario de Defensa, Robert MacNamara.
-Se me informa que hay más generales en el ejército argentino que en el norteamericano. ¿Es posible?
-Supongo que sí, pero está fuera de la cuestión, señor presidente.
Habiendo tantos generales, Raimundo Villaflor no conocía ninguno, pero el secretario
del general Gallo le habló una vez por teléfono
Me dijo que levantara el paro, y si no, toda la comisión y yo a la cabeza, estábamos
todos presos. Le dije que si quería levantar el paro, que viniera él. Me dijo que nos
presentáramos inmediatamente al sindicato. Entonces fue la comisión patronal, y fuimos
nosotros por separado, no quisimos ir en el mismo camión. Allá nos presentaron, y en
seguida nos quisieron apurar.
Un capitán gritaba que daba miedo. Villaflor agrandado gritó más que él:
Que si él estaba acostumbrado a mandar en los cuarteles, con nosotros no iba a
mandar, y que a nosotros no nos iba a manosear ningún general, ni coronel ni lo que
fuera, porque nosotros éramos trabajadores y nos tenía que respetar. Que si los patrones
querían levantar el paro, que pagaran las quincenas atrasadas, porque ésa era la causa
del paro. Y que además él podía gritar y darse el lujo de decir las cosas que estaba
diciendo porque él no sabía lo que era el trabajo. Se quedó sin palabras, y se la
ganamos, ¿no? Se la ganamos.
Pero después vino la del 56, la gran huelga metalúrgica
La gente estaba encojonada, quería guerrear. Se reunieron los personales, y todos los personales decidieron
ir a la huelga. Pero después en los congresos había delegados de las fábricas grandes que querían aflojar.
Uno de esos delegados de fábricas grandes al congreso de la Unión Obrera
Metalúrgica, seccional Avellaneda, era un orador fogoso de actitudes tibias o prudentes.
Hacía sus primeras armas sindicales, representaba a Siam, se llamaba Rosendo García.
Villaflor casi no se acuerda de él.
En mitad del congreso se presentaron dos camiones de la policía y el ejército, con un
comandante al frente que nos venía a prepear. Bueno, como siempre, el tipo se creía que
estaba en el cuartel, y amenazó con corrernos a tiros y encanarnos y pelarnos, hasta que
no faltó uno que le dijo: ¿Por qué no se va a la puta que lo parió?, y ahí entraron todos:
Andate, carnicero, hijo de una tal por cual, y se tuvo que ir. Tenía que irse o matarnos a
todos. Pero la impresión les quedó a algunos, y empezaron a exponer posiciones que no
eran las que habían decidido los personales, y a buscar pretextos sobre huelgas de
brazos caídos, que había leyes que nos protegían, y patatín patatán. Se habían cagado.
Entonces saltamos muchos de los talleres chicos y les dijimos que ahí no era cuestión de
exponer el miedo que les había entrado, sino lo que habían decidido los personales. Se
votó por la huelga general. Y peleamos, nos mantuvimos cuarenta y cinco días. Sí, dicen
que Vandor. Pero aquí en Avellaneda Vandor era desconocido. Al propio Rosendo casi no
lo conocía nadie. Aquí los que hicieron la huelga general fueron Curra, Bellón, Álvarez, el
finado Fernández, Rincón, Isotti, Casi toda esa gente ha desaparecido.
Cuando se formó el comité de huelga de treinta miembros, Raimundo era el más
joven. Le tocó el enlace con la fábrica más difícil, la Ferrum, que estaba al lado de
Gendarmería, además de Tamet, Sánchez y Gurmendi, Gálvez. La policía los buscó, pero
nadie sospechaba de ese muchacho que andaba por ahí, con la campera en la mano,
comiendo una manzana. El que se dio cuenta fue el oficial Plomer, de la segunda de
Lanús. Le allanó la casa, pero ya estaba en Dock Sur. Y cuando lo buscó en Dock Sur,
estaba en Berazategui. Al fin cayeron todos, menos él.
Me acuerdo que fue en la calle Catamarca, de Lanús Este, éramos veintinueve
miembros del plenario cuando llegó la brigada con camiones, toda la patota. Varios se
tiraron de la azotea, pero cayeron en un gallinera, y uno se quebró una pierna. El que
cayó bien fui yo. Entonces empezaron a tirar, con carabina incluso. Salté tres alambrados
antes de salir a la calle. Cuando iba a saltar el último, venía conmigo un compañero que
fumaba mucho, y ya no corría, trotaba, y justo en el momento en que yo iba a saltar,
pegan dos tiros contra una pared, y él se quedó parado. Pero yo salté, corrí un tranvía y
lo agarré, aunque iba con los nueve puntos. Me saqué la campera y volví, los estaban
subiendo al camión policial. La gente se amontonaba, y la policía dijo que eran ladrones,
qué grande: una banda de veintinueve ladrones. Entonces ellos gritaban: “¡No somos
ladrones, somos obreros!”, pero igual los llevaron.
El comité de huelga de Avellaneda había quedado reducido a este muchacho de
estatura mediana y ojos oscuros. Pisándole los talones iba casi siempre un chico
nervioso, de humor descomunal: su hermano Rolando, tres años menor, que después
recordará esa época con nostalgia y admiración
-Qué lija que corrimos, Dios me libre. Pescábamos ranas de los arroyos, comíamos
puerro, ¿te acordás, Pelusa?
Raimundo se acuerda. En Quilmes lo corrió la policía, se tuvo que tirar de un tren.
Cambiaba de casa y seguía activando. Cuando el plenario nacional levantó la huelga,
volvió a su fábrica, se sentó en el cordón de la vereda. El personal lo rodeó antes de
entrar. Les explicó que ahora había que pelear por los presos.
La gente, con tantos días de huelga, no estaba quebrada. Y había una mishiadura...
pero la gente no estaba quebrada. Ahora resulta que adentro de la fábrica me estaba
esperando el principal Plomer. Estuvo allí toda la noche, era mi sombra negra, igual que
el policía ése que persigue a Jean Valjean en “Los Miserables”, ¿cómo se llamaba? De un
auto bajaron otros dos con ametralladoras, y el preso fui yo. Catorce días incomunicado
en Lanús, eran esos días de cuarenta grados de calor, perdí siete kilos en el calabocito
ése. Diez días en Olmos. Cuando el oficial me dio la libertad, me dijo: “Espero no verlo
más por acá”. Y yo le dije: “En cada huelga que haya, nos va a encontrar siempre”.
¿Habría valido la pena? Raimundo Villaflor se despidió de su mujer, recogió el bolsón
con el paquete de sándwiches: a las dos entraba en la Conen y hacía ocho horas
corridas. Caminó hasta la avenida Mitre donde tomó el 8 -La Colorada- que lo dejaría en
Piñeyro, enfrente de la lanera.
En la sección manutención de tocador de la Conen, que ya en 1883 era una fábrica de
velas, y hoy empleaba 500 obreros en tres turnos, con cuatro mecánicos por turno,
Raimundo estuvo arreglando la empaquetadora hasta que el papel dejó de trabarse.
Después anduvo con las prensas de los jabones, los molinos, alguna pieza suelta. Era el
primer trabajo estable que conseguía en diez años, después de la huelga.
De Olmos había salido marcado y sin empleo. Recorrió innumerables talleres. Duraba
dos días: el tiempo que tardaban en llegar los informes patronales y policiales.
Me la pasé yirando, changueando, años enteros. Eso es terrible para un hombre con
oficio, que sabe desempeñarse en cualquier máquina, el torno, la limadora, el cepillo, la
fresa. Después que se perdió la huelga, los patrones echaban cualquier cantidad de
gente, se daban el lujo de seleccionar, exigían el certificado. Yo era nuevo en esa época,
no sabía el asunto del certificado falso y todas esas cosas. Era un continuo girar de
montones de gente. No nos daban trabajo, nos perseguían, jamás podíamos hacer pie. Y
algunos nos poníamos en evidencia como luchadores apenas entrábamos, eran esos
berretines, esa falta de experiencia que tienen los hombres, que estaban calientes y
seguían calientes nomás, no se enfriaba nunca la cosa.
Con el paso del tiempo empezó a durar dos y tres meses en cada trabajo: los informes
demoraban más. Adonde nunca pudo volver, fue al sindicato.
Parece increíble, pero ahí nos persiguieron más que los patrones. Ninguno de los que
dirigimos aquella huelga en Avellaneda pudimos volver al sindicato. Se convirtió en una
maffia. Hasta los quinieleros independientes desaparecieron: había que bancar para ellos.
Los dirigentes hacían negocios de chatarra con los patrones, con el argumento del
comunismo expulsaban del sindicato y las empresas a los obreros combativos, amasaban
fortunas, se rodeaban de matones a sueldo.
Entonces sí, oímos hablar de Vandor.
Cerrada la vía gremial, Raimundo siguió en la militancia política. En 1958 conoció a un hombre corpulento,
risueño, miope, que usaba un enorme sombrero. Objeto de incansable cariño, necesitaba ser llamado por muchos
nombres: “El Viejo”, “Mingo”, “El Griego”, “El Químico”. Su nombre verdadero era Domingo Blajaquis y fue
uno de los muertos olvidados de esa noche. Es incalculable la influencia que ejerció en Raimundo y sus amigos.
Porque él nos sacó todos esos berretines que teníamos, de ser peronistas por el hecho
de serlo, y no comprender que el peronismo es un movimiento parecido al de otros
pueblos que luchan por su liberación. El no, él siempre fue un revolucionario, siempre
tuvo una concepción del destino de la clase trabajadora. Y él nos explicó las causas por
las que estábamos derrotados, el papel del imperialismo, el papel de la oligarquía, y el
papel de la burocracia en el peronismo: esos recitadores de los días de fiesta.
Aprendimos lo que significaban los movimientos de liberación en el resto del mundo, y
por qué nosotros teníamos que desembocar en un movimiento de liberación. Una vez que
se abraza la concepción revolucionaria, ya no se la abandona más.
Vivieron el proceso, duramente, los pactos, las elecciones, las crisis, las defecciones imperdonables:
Las traiciones dobles, porque nosotros no concebimos que hombres que llegaron a
posiciones dirigentes como luchadores y con banderas políticas, como Vandor, después
se burocraticen y cambien esas banderas por el sindicalismo y el acomodo. Ahí empezaba
la postración del movimiento, la traición declarada, la podredumbre de la burocracia, la
quiebra total de la solidaridad. En Misiones no se levantaba la cosecha de yerba, en
Tucumán estaban pasando hambre, empezaban las ollas populares, y no había el menor
síntoma de sensibilidad hacia eso. Al contrario, si los tucumanos adoptaban una forma de
lucha más radical, éstos decían que eran frentistas, que eran comunistas. Ahora la iban
de Mahatma Gandhi. De los movimientos de liberación, ni hablar. Se ignoraba todo y se
practicaba un chauvinismo asqueroso, se marcaba a los hombres que señalaban que el
peronismo era una parte de los movimientos de liberación nacional, que no era un
movimiento aislado, que estaba unido a los movimientos de liberación en todo el mundo.
Nosotros estábamos en las 62 de Pie, pero también sabíamos que en las 62 había los
que estaban de pie porque tenían la tachuela en la silla. Para nosotros no se trataba de
cambiar los hombres sino las actitudes, se trataba de tomar una auténtica posición de
clase.
Estas eran las ideas que defendían en mayo de 1966 Raimundo y sus amigos. Son las ideas que defienden
hoy. Pero en esos días el país era sacudido por una gran batalla. El régimen de Illia agonizaba. Uno de los
motores del golpe en marcha era el proyecto de reformas a la ley de despido, que el Parlamento había votado y
los trabajadores apoyaban en masa. La tremenda ofensiva contra el primer avance en la legislación laboral
producido después de 1955 saltaba desde los titulares de los diarios. En nombre de la Unión Industrial, el doctor
Oneto Gaona calificaba a la ley como “la más regresiva que ha existido en el país”. La Asociación Cristiana de
Dirigentes de Empresa demostraba en los hechos que, cristianos o no, los dirigentes de empresa tienden a
inclinarse por la variante reaccionaria de cualquier pleito. El Frente Anticomunista Latinoamericano reclamaba
el veto presidencial, “en defensa de la libertad y de la seguridad nacional amenazadas por los imperialistas de
Moscú y Pekín”. La CGE, de lejana extracción peronista, coincidía con el Partido de la Revolución Libertadora,
con la Sociedad Rural, con la Bolsa, con la Cámara de Comercio, con los centros, las federaciones, las
asociaciones, en que era lícito seguir despidiendo a la gente a la vieja usanza, en la forma en que Raimundo y sus
amigos y decenas de miles de trabajadores venían siendo despedidos desde 1955.
A las diez de la noche Raimundo Villaflor se limpió las manos engrasadas, cambió el
mono por un traje a rayas, salió a encontrarse con Rolando, con Blajaquis, con cuatro
miembros más de su grupo de militantes que, precisamente, estaban organizando un
acto de apoyo a los cañeros tucumanos y las reformas a la ley 17.229.
Se topó con ellos en la esquina del Automóvil Club. Caminaron por Mitre que, según
explicó dos horas después el parte policial, es “una arteria altamente comercial, en lo
más céntrico de la población, por donde circulan varias líneas de colectivos de transporte
de pasajeros, que enlazan este partido con la Capital Federal y poblaciones aledañas,
tanto de ida como de vuelta, a lo que hay que sumar la de vehículos particulares”:
Entre los que se contaron esa noche los del dirigente Vandor, el dirigente Izetta, el
dirigente Castillo, el dirigente Safi y una veintena más de dirigentes motorizados,
relucientes y bien vestidos, que comieron pollo en el Roma o tomaron whisky en La Real.
Sin contar al finadito Rosendo.






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